El mes de marzo, ha supuesto un crack total en el día a día de lo que hasta ese momento suponía la cotidianidad. Más allá de la enfermedad, sufrimiento y muerte, la COVID19, está siendo la primera crisis realmente global de la Humanidad. Una situación que ha activado también ejemplos de solidaridad, creatividad e ingenio emprendedor en todos los sectores. Empresas reconvertidas de fábricas de automóviles a de innovadores respiradores; grupos de vecinales organizados para paliar necesidades básicas; utilización de “juguetes” transformados en aparatos sanitarios; etc…
Mucho de este ingenio, creatividad y espíritu de colaboración se ha gestado en las escuelas con cientos de actividades que se fomentan cada curso escolar dentro del currículum y su transversalidad, dirigidas a garantizar una educación de calidad, inclusiva y para todas las personas.
La escuela ha sido también el lugar, que desde el silencio, de la noche a la mañana, se transformó en una potente y poderosa institución online, con mil recursos creativos y adaptados a miles de circunstancias distintas.
Todo el profesorado desde infantil a universidad se puso manos a la obra para atender a su alumnado en esta situación inédita de la mejor forma posible, con la dificultad de la premura e improvisación, y la desconexión de parte de nuestro alumnado, especialmente los más vulnerables. Todo ello sin recibir normas ni instrucciones de las Administraciones educativas que tardaron en responder con normativas e instrucciones erráticas que eran sustituidas constantemente.
En este periodo lectivo de confinamiento se ha creado un clima de colaboración y entendimiento entre todos los sectores de la comunidad educativa que han posibilitado un ambiente y experiencias educativas muy positivas y valiosas.
Pero la pandemia ha puesto de manifiesto , además del buen hacer y preocupación de las personas docentes (haciéndonos presentes, acompañando a nuestro alumnado y procurando no dejar a ningún alumno/a atrás), las graves deficiencias de nuestro sistema educativo que revela una falta de inversión que se venía denunciando hace mucho tiempo a través de la plataforma que exige el 5% del PIB para invertirlo en educación.
Asistimos con preocupación a las diferentes medidas anunciadas para comenzar el curso próximo, desde las distintas administraciones, para afrontar las incertidumbres que puede generar la incidencia del COVID19 y para asegurar el derecho a la educación del alumnado junto al derecho a la salud de toda la comunidad educativa. Todas ellas tienen como denominador común la falta de la inversión necesaria para cumplir con el derecho a la educación de todos y todas en igualdad de oportunidades, y garantizar las medidas de seguridad de todas las personas, especialmente del alumnado y del profesorado. A pesar de la propaganda de gasto que se ha realizado, cuando se analizan los datos, pormenorizadamente, ni siquiera se llegan a cubrir los recortes que viene sufriendo el sistema educativo, tanto en recursos humanos como materiales.
Otro rasgo común de esas instrucciones para el comienzo de curso, es delegar en los Centros, sus equipos directivos y docentes, la seguridad en los mismos y el éxito de los procesos de enseñanza-aprendizaje, ya sea de forma presencial o telemática, aludiendo al criterio de autonomía de los centros, cuando en el fondo, se trata de una estrategia para eludir la responsabilidad de las Administraciones para enfrentar esta crisis. Se necesitan unas instrucciones precisas que establezcan protocolos concretos y claros que comprometan a éstas de cara a la organización y puesta en marcha del próximo curso con todas las garantías sanitarias necesarias.
La inviabilidad y cuestionable eficacia de todas estas instrucciones se pone de manifiesto a la hora de ponerlas en marcha, tal y como demuestra la ola de comunicados y protestas que comenzaron en julio con muchos directores de los Centros (algunos de los cuales presentaron su dimisión ante las autoridades educativas), denunciando la imposibilidad de llevar a cabo tales medidas exigidas para garantizar un comienzo de curso seguro, y continúan a finales de agosto con la protesta de muchos colectivos de familias, profesorado… que se indignan ante la inacción e imprevisibilidad de las autoridades frente al inminente comienzo de curso.
En un afán constructivo y colaborador, nos gustaría hacer una propuesta desde nuestra experiencia docente, comprometida con otra escuela posible y necesaria en el marco de la Educación para una Ciudadanía Global (ECG) que realmente sea una oportunidad, para todo el alumnado, de tener una enseñanza de calidad, inclusiva y equitativa que le capacite para desenvolverse como ciudadanía global que, consciente de los desafíos del mundo actual, se reconoce a sí mismo/a y a los/as demás como sujetos con dignidad, se responsabiliza de sus acciones y se indigna ante las injusticias, que respeta la equidad de género, y la diversidad.
Propuestas urgentes para salvaguardar la salud y el Derecho a la educación a una educación de calidad, inclusiva y para todas las personas:
- Desdoblar grupos y reducir las ratios que implica la necesaria contratación de profesorado (incluido el necesario para atender convenientemente al alumnado con Necesidades Educativas), de forma que sea posible garantizar la distancia de seguridad en una enseñanza presencial que debe ser prioritaria.
- Adecuar las instalaciones para que sean verdaderamente seguras, así como dotar de espacios suficientes para poder cumplir con las medidas de seguridad requeridas, sin que ello signifique perder espacios de estudio, comedores, instalaciones deportivas, etc. Cuando no haya otra opción y no se pueda garantizar la distancia de seguridad, se planteará flexibilizar el horario y garantizar los recursos para que todo el alumnado pueda seguir telemáticamente las horas lectivas no presenciales.
- Contar con plataformas y herramientas digitales públicas y seguras para la privacidad de nuestro alumnado, velando por el cumplimiento de la normativa de protección de datos, así como de medios tecnológicos para todo el alumnado, que les permitan seguir el curso en caso de confinamiento. Para ello es imprescindible la dotación de recursos y dispositivos para todo el alumnado, garantizando el acceso digital en igualdad de condiciones para todos/as independientemente de la situación de desventaja económica y cultural de sus familias. Se propone que en las zonas marginales, la Administración educativa habilite a algún Centro Educativo de aulas dotadas de ordenadores y con conexión a Internet para el alumnado especialmente vulnerable (detectado por los Servicios Sociales), pudiendo recibir la ayuda del profesorado, con la dotación de personal para reforzar sus aprendizajes. También dotar al profesorado de recursos digitales sin tener que usar o adquirir los propios. Además de las plataformas y dispositivos, es necesaria una alfabetización digital. Se debería dedicar un tiempo a asegurar un mínimo manejo de las herramientas que nos vayan a servir para encontrarnos, en caso de que hayan de combinarse la enseñanza/aprendizaje presenciales y a distancia.
- Utilizar todos los recursos personales del centro para fomentar en el aula el trabajo colaborativo, la utilización de medios digitales y el fomento además del curriculum ordinario, de competencias digitales en el alumnado, familias y profesorado. En caso de tener que volver a la enseñanza telemática, usar herramientas digitales que permitan el aprendizaje colaborativo.
Propuestas dirigidas a las autoridades educativas:
- Tener un marco normativo claro que permita regular esta situación de excepcionalidad que garantice el cumplimiento de los derechos a la educación, así como la salud de nuestro alumnado, del profesorado y personal no docente, en definitiva, de toda la comunidad educativa.
- Necesidad de revisar un currículum que esté más en consonancia con una educación inclusiva, equitativa y de calidad para todos/as, especialmente teniendo en cuenta al alumnado en situación de mayor vulnerabilidad social, tal y como proponemos desde la ECG.
- Necesidad urgente de revisar la propuesta de formación del profesorado para acompañar en el cambio metodológico y pedagógico que tenga como horizonte la ECG, pudiendo requerir el ajuste a un escenario bimodal o híbrido de enseñanza, siempre privilegiando la enseñanza presencial como garantía del derecho a la educación en igualdad de condiciones para todos/as.
- Replantearse la actual legislación sobre elección de centros, que masifica algunos y condena a otros a la desaparición (o marginación) dejando magníficas instalaciones sin uso.
- Fomentar la escuela heterogénea e inclusiva, con pequeños “grupos burbuja” , donde el apoyo mutuo, la inteligencia emocional, la tutorización efectiva, la personalización de las tareas, objetivos y evaluación sean factibles.
- Aprovechar las oportunidades que esta crisis nos ha desvelado para desarrollar un pensamiento crítico y consciente de la dimensión glocal de nuestras acciones, así como un aprendizaje significativo y aplicado capaz de ayudarnos a desenvolvernos y comprender la complejidad del mundo que vivimos, tal y como proponemos desde la Educación para una Ciudadanía Global (ECG).
- Garantizar que los centros sean espacios emocionalmente seguros y saludables. Se ha de garantizar que el alumnado disponga de espacios de recreo y que las normas sanitarias no se superpongan sobre toda la actividad docente y de convivencia. Para ello, el profesorado ha de formarse en incorporar las normas sanitarias con naturalidad, en un clima seguro y relajado, transmitir tranquilidad al alumnado y a las familias con pocas normas sencillas, pero de obligado cumplimiento. También, la organización escolar ha de garantizar que el tránsito de alumnado por los centros en todo momento, a lo largo de toda la jornada escolar, se realice de manera segura y tranquila, con un máximo de alumnos y alumnas por metros cuadrados globales del centro escolar. Incluir con más asiduidad pequeñas actividades de relajación y de distensión en la práctica docente.
Y algunas propuestas concretas para los Centros:
- Hacer jornadas de acogida del alumnado no sólo para darles las oportunas instrucciones para evitar contagios, sino para compartir y socializar las experiencias, necesidades y emociones acumuladas en el tiempo de confinamiento y así fortalecer su resiliencia y compromiso académico necesarios para el enganche con las enseñanzas académicas.
- Sensibilizar y formar a toda la comunidad educativa en las necesidad de establecer unas normas para proteger la salud y la intimidad, de alumnado y profesorado, si hubiera que volver a la enseñanza no presencial: mantener horarios regulares y equilibrados, formar al alumnado en la gestión del tiempo y en técnicas de estudio y fijar normas para el desarrollo de las clases a través de las plataformas.
- Potenciar la autonomía y el pensamiento crítico del alumnado en la realización de las tareas, equilibrar la cantidad y diversidad de las tareas propuestas.
- Trabajar de manera interdisciplinar para potenciar el aprendizaje globalizado y significativo y establecer unos acuerdos mínimos entre los docentes en la metodología y organización que aporten seguridad al alumnado en el desarrollo de su autonomía en el aprendizaje.
- Tomar la evaluación como un proceso constructivo del ser, y del desarrollo del aprendizaje, y no como un elemento clasificador de la capacidad memorística. Tenemos la posibilidad de desarrollar una evaluación basada en el trabajo, esfuerzo, creatividad, colaboración, espíritu crítico y democrático, que nada tiene que ver con una evaluación basada sólo en el tipo de “exámenes” memorísticos más generalizado.
- Intensificar la colaboración de la escuela con los servicios sociales, por medio de educadores sociales y otros profesionales y ONGs para apoyar al alumnado que se haya quedado descolgado durante el pasado periodo no presencial y que muestre dificultades de motivación o curriculares en el próximo curso. Si hubiera que volver a la enseñanza no presencial, reforzar a este alumnado en riesgo de abandono o desfase curricular en aquellos aspectos en los que la escuela no puede llegar.
Por todo ello, pedimos que se aborde una auténtica reforma educativa con la participación de todos los agentes involucrados en la realidad educativa, en la que se satisfagan todas las necesidades de nuestro maltrecho sistema educativo que ha puesto en evidencia la crisis del COVID 19, y se tomen todas las medidas, tanto organizativas, metodológicas como presupuestarias, para conseguir una escuela inclusiva, equitativa y de calidad para todas las personas, de manera que se logre abordar, de una vez, los desafíos de una escuela del S.XXI que ha de abandonar los métodos e inercias de la escuela del XIX. Esto no supone sólo la digitalización de la escuela sino la adaptación de la misma a los desafíos que una ciudadanía global ha de enfrentar.
Para ello invitamos a todos los colectivos educativos a presionar y exigir a las autoridades educativas, empezando por la estatal, para crear lo más brevemente posible una mesa en la que estén representados todos los agentes educativos para realizar tal reforma , exigiendo la financiación necesaria para llevarla a cabo.
Firmado:
La Red de Educadores y Educadoras para una Ciudadanía Global