Momento ansiógeno
Aquí estamos. Inmersos en un esfuerzo colectivo por rescatar a nuestros ecosistemas de los excesos de la civilización, que se ha basado en los combustibles fósiles de forma suicida y ecocida desde la gran aceleración (1950 en adelante), y ahora exige metales y tierras raras a cambio de energías que no añadan CO2 al circuito del calentamiento global. En realidad, todos los imperios han cosechado un final abrupto como consecuencia de lo que hoy llamamos economía extractivista: la dilapidación de los recursos naturales, el maltrato del medio ambiente y el exterminio de otras culturas mejor adaptadas a sus ecosistemas: Roma produjo Riotinto y deforestó la costa levantina; los imperios de Oriente Medio y la India consumieron los bosques y agravaron la desertización; España destruyó la economía de las culturas originarias, introdujo la producción destinada al mercado global y creó agujeros ecológicos como el Potosí; el Reino Unido redujo Irlanda a tierra de pastoreo; USA ha consumido todas sus reservas, mientras que China se ha convertido en la potencia que más carbón quema. Las potencias coloniales del siglo XX impulsaron el capitalismo fósil y se han hecho la guerra hasta el siglo XXI para controlar su producción en Oriente Medio, África y América del Sur. El planeta ya no da para más, lo sabemos y el movimiento Fridays For Future nos lo ha exigido globalmente. Entonces, Rusia inicia otra guerra para impedir que se cumplan los acuerdos de París: la descarbonización de la economía.
Es un momento decisivo: la emergencia climática se ha hecho sentir este año 2023 de forma catastrófica, tanto en las urbes recalentadas hasta la insalubridad, como en las zonas rurales afectadas por las sequías y los bosques asolados por megaincendios. El IPCC y las agencias meteorológicas como la AEMET ofrecen datos incontrovertibles; la ecología y las demás ciencias los analizan. Así y todo, nuestra humanidad palpable necesita de la estética y los símbolos para afrontar la realidad, participar de estrategias colectivas (detener sus causas, mitigar sus efectos, adaptarnos al cambio) y, con igual urgencia, curar la ecoansiedad.
No hay otra manera para todo eso que educar con calma. Naturautas es un proyecto de educación literaria y ambiental sobre la natura (latín de Joaquín Araujo) en todos los lenguajes humanos, inscrito en la red Teachers For Future, en colaboración con otras entidades como el programa de Radio 3 El Bosque Habitado y la propia RECG. El proyecto reutiliza el dominio público de las culturas que nos han precedido y los bienes comunales de los pueblos que nos anteceden. Se diseñan itinerarios guiados de experiencia y aprendizaje, estética y ética, en relación con la naturaleza concreta y sensible, más acá de los conceptos de naturaleza en abstracto que suplantan la convivencia directa con los demás seres vivos.
Ndatiaku Tu’un Savi: código Avatar
Antes de que se organizara en las aulas de Secundaria (IES Ítaca, Tomares; IES Diamantino García Acosta, Sevilla), el proyecto Naturautas se gestó en forma de un proyecto de investigación-acción de la Universidad de Sevilla, área de Lingüística General, que ha facilitado las relaciones interculturales del estudiantado de Filología Hispánica e Inglesa con el Ñuu Savi: el pueblo de la Lluvia en el sureste de México. El proyecto Ndatiaku (Renacer) ha colaborado en revitalizar la lengua de la Lluvia (Tu’un Savi) a través de los medios sociales. El Ñuu Savi, como la mayoría de los pueblos originarios de América, es un modelo digno de imitar por su lucha contra las agresiones al entorno natural: la deforestación causada por las empresas madereras y la minería a cielo abierto, que destruye íntegramente los ecosistemas. La organización autogestionaria de las comunidades na savi y la solidaridad de organismos de derechos humanos como Tlachinollan (Tlapa, México) han conseguido frenar la avidez extractiva de las compañías transnacionales que obtenían permisos gubernativos a 50 años para explotar el territorio de La Montaña (Guerrero, Méx.), sin el consentimiento de sus habitantes por herencia ancestral. La película Avatar se ha basado en esas realidades históricas y en los rituales de relación con el planeta vivo de los pueblos originarios para crear un mito contemporáneo.
Adivina mi avatar
El chamanismo se preocupa por sostener un diálogo humano con la biodiversidad, a través de prácticas como el nahualismo y el tonalismo o la conversación con fuerzas naturales: la Lluvia, las enfermedades. Pues bien, el proyecto Naturautas propone llenar de empatía el estudio de la Geografía física: los paisajes; y de la Biología: los ecosistemas, por medio de un taller de aprendizaje cooperativo y un juego sobre los seres vivos en sus hábitats concretos: Adivina mi avatar (animal, vegetal, mitológico). Es un hecho que las personas tenemos un alma sensible en común con los animales, además de con nuestras mascotas, en tanto que habitantes de un mismo ecosistema, a lo cual se refiere la práctica mesoamericana del tono o nahual: el doble animal de la persona, la alteridad que hay en ti. El proyecto propone utilizar la imaginación para formar nuestra capacidad empática en el conocimiento de un paisaje/ecosistema y e-motivar la identificación con sus seres vivos.
Diarios naturalistas, biografías naturautas
Ahora bien, ¿qué hacemos quienes vivimos inmersos en estructuras urbanas y sometidos a impedimentos que dificultan una experiencia armónica del planeta vivo? La llamada a salir de la ciudad para retornar al hogar originario es tan antigua como las primeras civilizaciones: el Tao y la reintegración con la naturaleza en la cultura china; la huida de la esclavitud, el éxodo y la anachoresis en el Próximo Oriente; las Bucólicas de Virgilio y toda la literatura pastoril hasta Garcilaso, Fray Luis o el Quijote, donde se idealiza la figura humana real de pastores y pastoras en un locus amoenus. Modernamente, la convivencia con los seres vivos y la vida en ecosistemas salvajes y paisajes humanizados se ha narrado en los diarios naturalistas, inspirados por la lírica, como los de Susan Fenimore Cooper y María Sánchez; por la ascética, como las obras de los pioneros Henry David Thoreau y John Muir o las actuales de Gustavo Duch y Gabi Fernández; y por un realismo humorístico en el caso de Gerald Durrell: la trilogía de Corfú. Todos ellos construyen con voluntad estética una personalidad reunida al planeta en forma de novelas autobiográficas o de ensayos, aunque se denominen, de forma poco específica, literatura de naturaleza (Nature Writing).
Nuestro proyecto ha guiado la elaboración de diarios naturalistas por el alumnado, a través de guiones para la lectura y la escritura de textos en diversos géneros literarios y discursivos: hasta quince de distinto tipo y estilo. Se narra la vivencia real de salidas al campo y a parques naturales, pero también la experiencia mediada por la literatura escrita, gráfica y audiovisual. En la página de Teachers For Future puede encontrarse una explicación más detallada del proyecto con adolescentes, así como el germen de un taller de biografías naturautas que se propone a personas adultas.
Videojuegos naturautas en los márgenes
Además de la literatura escrita, hay otras prácticas letradas en el acervo cultural de la juventud de los barrios obreros, que podrían servirnos para canalizar la empatía hacia los seres vivos y facilitar una educación estética de la cognición (sensibilidad, entendimiento, comprensión), gracias a relaciones ficticias con los ecosistemas y sus habitantes. En concreto, los videojuegos permiten una interacción más profunda que los medios audiovisuales. En tal medida, tenemos la oportunidad de disfrutar de ellos y educar al alumnado adolescente a partir de sus propios deseos e intenciones en lenguajes vernáculos. Hemos organizado un elenco de videojuegos naturautas, que pueden usarse como alternativa multimodal a textos escritos tanto en Ciencias Naturales como en el aprendizaje de lenguas. Aunque resulte difícil coordinar un proyecto con el área de Tecnología para crear un videojuego, al menos se pueden practicar los géneros del comentario crítico de juegos: Let’s Play, gameplay, walkthrough, con el fin de procurar la reflexión y el debate sobre la emergencia climática; o bien, sencillamente, facilitamos que el alumnado narre la experiencia del juego en sus respectivos diarios de aprendizaje.
Nuestro objetivo es realizable y se apoya en una tradición profunda: la educación estética de una humanidad que necesita regenerarse desde las raíces para dedicarse a cuidar del planeta vivo.
Mito, naturaleza y realidad: la Historia ecológica
Pero el proyecto Naturauta tiene también una dimensión histórica. De hecho, sirve para organizar el Ámbito Social y Lingüístico de 1.º ESO en su conjunto, de forma coherente. El estudio de la Historia desde una perspectiva ecológica —concretamente, el Estuario del Guadalquivir: la mítica Tarteso— nos permitió explicar los cambios de era sobre una base material, además de la economía y sus modos de producción: caza y recolección, esclavismo, sistema-mundo, capitalismo. Hay que reconocer y aprender de los cambios catastróficos, como los que propiciaron la ruina de Tarteso o la caída del Imperio Romano, cuyas huellas son visibles en el Estuario del Guadalquivir y en tantas otras regiones de Europa y del planeta, transformadas por el extractivismo en inhabitables.
El arte de recuperar la natura
¿Se puede recuperar un espacio natural destruído? De hecho, es el tema de varios videojuegos de distintos géneros: estrategia (Terra Nil), plataformas (After Us). Pequeños desiertos que se han regenerado a su escala, como el desastre de Aznalcóllar, convertido en el Corredor Verde del Guadiamar, por el que hemos sendereado desde que se organizó el proyecto RecuperArt para 1.º ESO del IES Aznalcóllar, en colaboración con la asociación ecologista Adecuna. Ahora hay que salvar el Parque de Doñana y, junto con su espacio natural, todo el Estuario y las vidas que dependen de él.
Sin embargo, no se debe ni se puede engañar con soluciones tecnológicas a pueblos condenados a la migración climática, en busca de refugio; ni a las especies y a las lenguas y culturas amenazadas.
Naturautas han sido, son y serán quienes aprendan de su viaje para ofrecer vida, en vez de destruirla con una ceguera no vidente, sin empatía ni entrañas.